Ayer se inició el juicio oral contra el "Cura Pancho", jornada que estuvo marcada por el relato de una menor abusada desde los 11 años por el ex sacerdote.

  • Ex sacerdote arriesga una condena de 28 años por violación y abusos sexuales reiterados contra tres menores

Pablo Salinas Saldías – psalinas@eltrabajo.cl

Consternación entre los asistentes provocó el primer y desgarrador testimonio de una las víctimas del conocido “Cura Pancho”, Francisco Valenzuela, ex párroco de Putaendo, acusado de violación y abusos sexuales reiterados en contra de tres menores de edad.

El primer día de este juicio que se prevé será bastante extenso, se inició cerca de las 09:20 horas de la mañana de ayer en el Tribunal Oral en Lo Penal de San Felipe, donde se iniciaron los alegatos de apertura, revisando las diversas audiencias que se tienen contempladas por la intervención de 40 testigos que presentó el Ministerio Público, entre civiles y policías, 4 peritos y 15 testigos presentados por la defensa del sacerdote para el esclarecimiento de este bullado caso.

El Fiscal a cargo de la investigación, Osvaldo Basso, estaría solicitando al tribunal dos penas de 5 y 3 años por el delito de violación, abuso sexual reiterado, así mismo se le suman dos penas de 10 años solicitadas por el abogado querellante José Villagrán.

Primer testimonio

Durante el desarrollo del juicio, tras un biombo se escuchó el primer testimonio de una de las víctimas identificada como la estudiante J.V.G.O., quien actualmente tiene 17 años de edad, relatando muy detalladamente, con voz firme y segura, las vivencias experimentadas junto al imputado Francisco Valenzuela desde que tenía 11 años, narrando a los magistrados que los hechos se originaron en el año 2004 cuando ingresó como acolita de la Parroquia San Antonio de Padua en Putaendo, donde además de sus obligaciones debía acompañar a Valenzuela en su vehículo particular a diversas misas que se celebraban en localidades rurales como Guzmanes, El Tártaro, y Piguchén, donde el entonces sacerdote la sentaba en el asiento del copiloto para aprovechar la instancia de poder tocarle sus muslos. Por ser un relato sumamente impactante, revelador de las graves acusaciones contra el ex sacerdote, hemos decidido incluirlo prácticamente en forma íntegra.

Inocencia interrumpida

«En el año 2005, cuando tenía 11 años, me tocaba la vagina por encima de la ropa, en una sala de la parroquia llamada ‘Sala del Perdón’, donde cerraba la puerta y ventanas, me apoyaba sobre la muralla, tocando mi cuerpo, mis pechos y mi trasero a veces por encima de la ropa. Después se bajó los pantalones y su boxer y puso mi mano sobre su pene y me dio asco, comenzando a masturbarse en mi presencia. Luego tomó nuevamente mi mano y eyaculó sobre ella. Al terminar me pasó un pañuelo blanco para que me limpiara», señala la menor en su impactante relato.

«En octubre del año 2006 -agrega- me solicitó que lo acompañara a un encuentro sacerdotal. Yo acepté y me dirigí hacia la oficina parroquial, donde informó que a mi llegada entrara hasta su casa porque me estaba esperando. Al ingresar hasta su dormitorio, me dice que tenía que mostrarme una foto en el computador. En esos instantes cerró la puerta y me apoyó sobre la muralla, al lado de un ropero, yo estaba vestida con un Jumper, tocando mi cuerpo, luego bajó mis cuadros y me tocó la vagina -su voz se quiebra-; él se bajó los pantalones, luego su boxer y me tiró sobre la cama.

«En esos momentos él me penetró. Yo sentí mucho asco y vergüenza. Rápidamente sintió unos pasos por el lugar y se detuvo y me dijo debe ser el padre Juan Carlos. Asustado me pidió que me escondiera dentro del closet, y no saliera dentro del closet hasta que yo sintiera cuando él tocara la bocina desde afuera, y cuando subiera al auto que estaría acompañado por el otro sacerdote, le tenía que decir: ‘padre, ya le compré lo que me pidió, se lo dejé sobre la mesa’. Luego al llevarme hasta mi casa, me dijo: ‘Ten cuidado porque ahora puedes sangrar, aunque solo te metí la puntita’.

«En el año 2007, cuando estaba en mi colegio Santa Juana, seguía participando como acolita, donde debía llegar a las 11:30 horas para arreglar el cáliz, las velas y la cruz. Mi túnica me la ponía en una pequeña habitación donde queda la sacristía. En esos momentos él se aprovechaba, me abrazaba mi espalda y tocaba mi trasero y lo veía reflejado en un espejo que estaba dentro, me besaba y me daba asco porque tiene mal aliento.

«En el segundo semestre del 2007, por orden del Obispo, los acólitos estaban hasta los 12 años, lo cual no podía seguir, entonces como yo sabía tocar guitarra me pidió que siguiera en el coro. En el colegio, aprovechando que estaba solo en la sacristía, se sentó en una silla y preguntó por el estado de mi familia en general, cuando trataba de pararme tocaba mi cuerpo, mi trasero, mis pechos, luego celebraba la misa con toda normalidad.

«En el año 2008, cuando cursaba octavo, en una clase de matemáticas, me hicieron salir porque el padre necesitaba hablar conmigo. En ese entonces me dijo qué estaba pasando porque andaban ‘rumores de que yo ando contigo… no le puedes decir a nadie porque sino yo puedo ir a la cárcel’. Salí llorando y se lo conté a una compañera que solamente me escuchó.

«En enero del 2008 me invitaron a misionar en Curepto, 7ª región, donde el sacerdote era coordinador y vigilaba los grupos, durante los minutos de descanso de las actividades, llegaba a la habitación a ponerse al lado mío a tocarme la vagina. Luego lo dejaba solo y trataba siempre de estar acompañada para que no se me acercara. Cuando salí de octavo en el año 2008, veo que estaba al interior de mi casa y me fui llorando hasta mi dormitorio y le dije a mi hermano que no quería ver al cura aquí en la casa.

«En el 2009 cuando salimos a misionar en el sector Paraguay, el sacerdote iba nuevamente como coordinador, pero ya me sentía con fuerzas para rechazarlo. En el mes de mayo, al interior de la parroquia, me dijo que fuera a una oficina a dejar unas canastas. En breves instantes veo la figura de él al darme vuelta, para abrazarme y tirarme contra un mesón donde comenzamos a forcejear; él me dijo que no podía hablar nada y yo le contesté que le diría todo a mi mamá.

«Ya en el 2010 lo seguí rechazando en las misiones realizadas en el sector Paraguay, pero en el mes de mayo de ese año estábamos celebrando el cumpleaños de mi papá junto a toda mi familia, yo y mi pololo. En esa ocasión una persona le advierte a mis padres que tuvieran cuidado con el sacerdote, situación que molestó mucho a mi mamá. En esos momentos decidí salir del restaurante donde me siguió mi pololo y le conté que el sacerdote me había violado, me besaba y manoseaba mi cuerpo.

«Fue así que mi pololo decidió contarles todo a mis padres, los que luego conversaron conmigo enterándose de todo lo sucedido.

«Tratando de superar esa parte de mi vida, pedí ayuda a un psicólogo llamado Ricardo Canales, donde le confesé todo lo ocurrido, con detalles, el que nos motivó a realizar una demanda en agosto del año 2010. Cuando fue conocido el caso en la comunidad, tras ser demandado, la gente me trataba de prostituta, me insultaba con garabatos, desprecios y cartas anónimas», concluye su dramático y revelador testimonio.

Abogado querellante

Al término de la audiencia, el abogado querellante José Villagrán, indicó que «cuando uno ve este tipo de delitos, lo que ocurre en la práctica es que ella está muy afectada, con lo que no contaba la defensa es que ella lleva un año bajo tratamiento psicológico particular y gracias a las terapias ha podido enfrentar a este tribunal, ya que ha sido la más abusada. Como lo pudieron apreciar, el relato de ella es completo, de principio a fin, con detalles de los lugares y fechas».

Hasta el momento se tiene contemplado el desarrollo del juicio durante al menos un par de semanas, donde aparentemente se daría término a la investigación del caso y los magistrados deberían dar a conocer su veredicto probablemente a fines de este mes.

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