Pablo Salinas Saldías – psalinas@eltrabajo.cl

Formalizado por el delito de abuso sexual impropio quedó un hombre de 66 años de edad, identificado como Secundino Máximo Caniuqueo Namuncura, autor confeso de los ultrajes en contra de una menor de sólo 10 años por un período de cuatro años, cuando la menor era llevada por su abuela hasta su vivienda ubicada en la Población Santa Brígida de San Felipe.

Según los sucesos relatados por la niña a la Policía, los hechos se venían produciendo desde el año 2006 cuando la víctima tenía cuatro años de edad. Desde esa época estaba al cuidado de su abuela materna, la que sin saberlo concurría hasta la vivienda del imputado por tener un vínculo religioso, dado a que ambos adultos son fieles al culto de Testigos de Jehová, reuniones que aprovechaba el hombre para abusar de la niña realizándole tocaciones en su vagina para luego disponerse a besarla, aberraciones que eran hechas bajo amenazas, donde el sujeto le decía a la menor que si delataba lo sucedido sus padres se enojarían con ella.

¿Esposa Encubridora?

Luego de largos años en que la víctima fue expuesta a los constantes ataques, en un día no determinado la esposa del imputado habría presenciado los hechos, cuando el hombre le había bajado los pantalones para nuevamente ser abusada, declaraciones que la menor relató a la policía haciendo mención que la mujer no hizo absolutamente nada tras ver lo sucedido.

Los años de angustia de la menor terminaron cuando a propósito de ver en televisión el caso de los abusos sexuales a niñas cometidos por un profesor del Sun Valley College de Los Andes hace pocos días, la madre comentó la horrible situación por la que estaban viviendo sus padres y las mismas niñas, señalándole a la menor que si alguien hacía algo similar con ella tenía que contárselo, instancia en que la niña le confesó los ultrajes que había soportado por años de su ‘Tío Caniuqueo’.

Tras escuchar el crudo testimonio, la progenitora no podía creer que este hombre, a quien conoce desde niña y vive muy cerca de su casa, atacó de esa forma a su hija, por lo que se dirigió hasta el supermercado Santa Isabel de calle Yungay en San Felipe, donde trabajaba el sujeto como cuidador de autos, para descargar toda su rabia e impotencia, propinándole golpes de pies y puños, donde ambos quedaron detenidos por Carabineros en horas de la tarde del pasado miércoles.

No obstante, el caso fue derivado hasta la Brigada de Delitos Sexuales de la Policía de Investigaciones, donde el hombre confesó los hechos por lo cual fue remitido hasta las dependencias del Juzgado de Garantía de San Felipe para ser formalizado, audiencia en que la Defensoría apeló a una detención ilegal dado a que al imputado no se le otorgó un abogado defensor en los momentos que se encontraba retenido por la Policía.

Sin embargo, luego de largos minutos entre los intervinientes, la Magistrado Rocío Oscariz decretó legal la detención para luego otorgar la palabra al Fiscal Eduardo Fajardo, quien solicitó la salida de toda la prensa apostada en la sala además de los familiares del imputado para resguardar la integridad de la víctima y la de sus familiares.

Agradecida de la Justicia

Al concluir la formalización, Diario El Trabajo entrevistó a la madre de la víctima, quien entre lágrimas junto a otros familiares relató los hechos descritos anteriormente en esta nota, quedando conforme con la decisión del Ministerio Público en requerir la prisión preventiva para este sujeto.

“Venía sin ninguna esperanza, no esperaba nada de la Justicia, pero me llevé una grata sorpresa con el hecho de que lo dejen ahora detenido. Mi hija siempre ha sido una niña alegre, feliz y dichosa, ella no tenía ningún cambio, yo siempre hablé con ella, pero ella como estaba más grande se sentía capacitada y más valiente para poder defenderse. Ella pensaba que como era chiquitita no le íbamos a creer, y como él le decía que si hablaba nos íbamos a enojar con ella, no sé si habría sido la presión de medios que ella vio todo lo que ha pasado”, precisó la angustiada mujer.

Por su parte el Fiscal Fajardo reiteró que estos abusos se venían cometiendo desde el año 2006 hasta el 2010, donde el imputado podría ser condenado a penas que parten de tres años y un día hasta 10 años de presidio en su grado máximo, y que por su grado de reiterado aumentaría hasta dos grados, situación que podría variar en un juicio oral dadas las atenuantes que el sujeto posee de irreprochable conducta anterior y la colaboración sustancial con el esclarecimiento de los hechos.

 

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